No sé si será para todos igual, no lo creo, en toda regla existe una excepción. Pero tengo la intuición de que para ver la luz, primero es necesario caminar por las tinieblas. Quizás es parte de este plan divino que tiene Dios para todos nosotros, para valorar las cosas, para aprender a separar el trigo de la paja y reconocer las cosas buenas cuando se presentan.
No puedo decir que todos los hombres con los que antes me relacioné anteriormente son malos, porque hubieron chicos muy buenos, pero simplemente no eran para mí. Lo que sí puedo decir es que muchos fueron un asco; mentirosos, traidores, mujeriegos, mitómanos, depresivos y hasta alguno medio psicópata. Pero no puedo evadir mi responsabilidad, porque yo los elegí. Una y otra vez, idealizando sus figuras, suponiendo sus pensamientos y creyendo fervientemente que las cosas malas algún día cambiarían, pero eso nunca ocurría.
Los hombres hacen una clara separación entre las chicas que son para presentárselas a la familia y las que son para el rato. Mi impresión es que para nosotras esta división no es tan clara, porque queremos creer que la realidad es mejor de lo que verdaderamente es. Tenemos fe que las personas cambian y se nos van los años tratando de que el chico que es para pasarlo bien, se convierta en el chico para presentarle a la familia.
Claro que la gente cambia, sino no existiría la rehabilitación, pero hay cosas que pertenecen a nuestra esencia y jamás podrán cambiar. Por esta razón he llegado a la conclusión que hay que querer y aceptar a las personas como son y si no son lo que buscamos, entonces next. Así nadie sufre ni pierde el tiempo. Porque querer tapar el sol con un dedo no se puede y el ciempiés no puede ser lombriz, por más que esconda sus patitas, siempre estarán ahí. Es mejor no taparse los ojos mientras caminas porque en algún momento vas a caer.
La idea no es andar buscando al hombre perfecto, porque como dice una amiga, -¡el príncipe azul es impotente!-, pero sí encontrar a alguien compatible con nuestros gustos y nuestra manera de vivir. Un hombre que sus defectos no sean tan importantes para uno. Que podamos vivir con aquellos defectos. Así como también somos aceptadas con nuestras virtudes y no tan virtudes, por que las niñas no tenemos defectos.