martes, 25 de agosto de 2015

13 semanas




13 semanas

Sólo tengo 13 semanas y ya he cambiado 2 veces talla de sostén. Tengo miedo. Siempre soñé con tener bubis grandes,  pero  esto me ha pillado, no digo que desprevenida,  pero me tiene muy sorprendida. No es tan bonito tener las bubis grandes como lo había imaginado.

 Antes podía dormir de panza, ya no puedo. Tengo que dormir con sostenes sino no aguanto los dolores. La gravedad es cada vez menos mi amiga. Antes usaba sostenes porque había que usar, hoy realmente cumplen su misión, sostienen.

Ahora veo qué es lo que se siente que no te miren a los ojos.
No sólo las bubis me han cambiado, también el estómago y el cuerpo en general. Cada día que pasa se empieza a ver más hinchado.  Siento que un día voy a despertar, me miraré al espejo y voy a preguntar, ¡¿Quién eres tu, sí, tú, la que se comió a la maca?!


Lo increíble es que pese a todas estas cosas, ando como weona de lo feliz que estoy.  Todo es bueno, todo me gusta,  todos son buenos, todo es rico, todos me aman y yo amo a todos.  Esto es como una parálisis cerebral en modo hippie. Paz y amor para todos hermanos.

Pedos



Pedos
Así se llama uno de los problemas que aquejan mi embarazo. Soy una bomba de tiempo a punto de explotar en cada segundo. La progesterona que genero más la que me da el médico, producen tránsito lento, estreñimiento e hinchazón.

Mi marido es un valiente. Ni yo me soporto. Unos pedos fétido, pasosos y la mayoría de las veces, silenciosos (los peores). De esos que no se pueden esconder bajo el cubrecamas. Estos trascienden y llenan todo el espacio respirable. Menos mal que parte de los votos matrimoniales son estar en las buenas y en las malas.

Ayer salí en metro contaminé  a todos a mi alrededor. Juro que me aguanto lo más posible y ando apretadita, pero esto es superior a mí, va contra mi voluntad. Mis pedos tienen vida propia y quieren salir a descubrir el mundo. Inundar cada rincón.

Miro la cara de la gente a mi alrededor y puedo leer el desagrado en sus caras. Yo también pongo caras para generar complicidad y que así no me vean como la culpable. No sé si me resulta pero por lo menos lo intento.

La pedorra

Embarazada primer trimestre




Embarazada primer trimestre
Estoy embarazada. Una maravilla. Finalmente descubrieron por qué no se producía el embarazo. Tenía un desorden hormonal que afectaba todo el ciclo reproductivo. La hormona prolactina estaba muy elevada. Después investigando más sobre por qué el aumento de esta hormona,  existen varias causas. Tomar pastillas para dormir, antidepresivos y stress. Yo no tomo ningún tipo de pastilla, así que claramente fue stress. (Todo calza)

Enterarme que estaba embarazada fue un gran acontecimiento en nuestras vidas. Con mi marido estamos felices, lo esperábamos desde hace un par de años. Si bien estar embarazada es maravilloso, los malestares del primer trimestre son un cataclismo. No todos los embarazos son iguales, pero así me pasó a mi.  Náuseas, vómitos, mareos, inestabilidad emocional, debilidad. Tenía miedo de salir a la calle. Sentía que en cualquier momento me podía desmayar. Varias veces me faltó el aire y comencé a sudar frío. Lo pasé bastante mal. Mi vida transcurría entre mi cama y el excusado. Vómitos y náuseas toda la mañana y entre las 6 y 8 pm.
No subí ni un solo gramo durante los primeros meses. Aunque creció mi estómago.

Ya sabemos que es un varón. Al principio nos habían dicho que era niña, pero la última ecografía y la eco dopler mostraron su sexo. 
Creo que va a ser como su papá. Lo siento moverse desde la semana 8. Inquieto como él solo. Cuando como cosas picantes me hace saber que no le gusta. Cuando tiene hambre exige comida. Siento que me puedo llegar a desmayar si no como. Creo que esta güagüa tiene mucho carácter.  Es un alíen pidigueño que se adueñó de mi cuerpo y mi voluntad. A las 7:00 de la mañana en punto comienza la danza del desayuno, se mueve hasta que como algo y luego que queda tranquilito, satisfecho.  Finalmente Ena tenía razón, uno solo presta el cuerpo. Es maravilloso prestarlo. 

martes, 9 de junio de 2015

Quizás ahora me escribas



Quizás ahora me escribas
Cuando veas mis libros, mi ropa, mis botas
Cuando ya no veas mis montañitas de ropa
Cuando encuentres mis últimos cabellos en el baño
Y las aceitunas que no comí
Quizás, entonces me escribas.

Cuando despiertes sólo
Cuando no me veas merodeándote
Y no te robe besos en tú escritorio
Cuando nadie interrumpa tú trabajo
Cuando  la cocina no huela a comida.
Quizás ahí me escribas.

Cuando te inunde el silencio perpetuo
Ese silencio de negros
De trenes, de mercados, de vivienda social
Ese silencio que me acompañaba
Y ahora es tuyo
Quizás  ahí sí que me escribas.

Cuando no te de el beso de buenas noches
Ni me aferre a tú espalda desnuda
Cuando no reclame  tú tiempo
Cuando sea otoño en Central Park
Y mi mano no tome la tuya
Quizás, en una de esas, me escribas.

Cuando te tiendas en el sillón
Y no te incomoden mis huesos
 Cuando no tengas a quién regañar
 Cuando nadie salga tarde a clases
Cuando ya nadie te pida que le escribas
Quizás entonces, y tan sólo entonces

Me extrañes.

viernes, 29 de mayo de 2015

Muerte

Puedo imaginar como serían los rostros sin vida
Ahora que conocí el color de la muerte
La blancura inmaculada, inmóvil, nívea
Un relámpago súbito entre un parpadeo
Señala la cara de la muerte
Tuya, mía, de todos
Vamos a morir, siempre lo supe
Pero ahora me parece mucho más patente
Después de acariciar esas manos frías
De un cuerpo que ya no le pertenecía
Ese cuerpo que amé y ahora me parece tan ajeno.
La sangre es rosa, encendida, un poco amarilla con tinte púrpura
La sangre es flexible,  domable
Donde quiera que voy veo sangre
Me alegro del tono rosa de mis conocidos
Ese encendido que me permite tocarlos, quererlos
Hasta que llega el relámpago a mis ojos
Y separo mentalmente la sangre circulante de su cuerpo
Y puedo imaginar la estampa sepulcral e inflexible
Los ojos perdidos
La boca sin conciencia
La inexpresión del vacío

Hola

Hace mucho tiempo que no escribo en este blog. Han pasado los años y mucha agua bajo el puente. Me divertí volviendo a leer las cosas que escribí hace muchos años. La verdad es que no son tantos años, pero siento una distancia sideral con la autora de mis antiguas notas. Miro hacia atrás y veo a la niña-mujer de los veintitantos.....que bella época. Me caigo bien. 

No sé en qué momento la vida se volvió tan en serio. Hoy sigo con mi niña interior, pero crecí. Ahora soy una mujer casada, con un trabajo estable, un dividendo que pagar mensualmente, un jefe extraordinario y un emprendimiento paralelo. 

No sé qué va salir de esta nueva versión crecida de mi misma. 
Que Dios me acompañe y bendiga al que pueda estar leyendo este blog que no tiene ninguna importancia más que para mi.