lunes, 7 de septiembre de 2009

Un año de amor


Hoy es 7 de septiembre y es nuestro aniversario, como la canción. No puedo creer cómo el tiempo pasó tan rápido. Hace un año atrás vivía sola en mi departamento de 45 metros cuadrados en providencia con vista al cerro y a un hermoso parquecito. En ese departamento podía pasar horas mirando a los niños jugar desde el balcón. Era jefa de campaña de un candidato a concejal. Ganaba poco. Pero no necesitaba más, era muy feliz. La vida me sonreía cada mañana, pero aún faltaba una pieza del rompecabezas para que todo tuviera aún más sentido.

Hoy, disfruto de un día soleado tirada en el sillón con las ventanas abiertas para que entre el aire. Junto al aire entran los ruidos de Brooklyn con sus negros gritones, sus latinos sabrosones y el reggeton. Qué me iba a imaginar donde me traería el amor. Las mañanas de los días de verano son un sueño en Nueva York. Las películas se quedan cortas. Si la gente pudiera respirar el mismo aire de la escena de una  película, todo el mundo querría vivir en New York.

Recuerdo el año pasado, habían pasado dos semanas de nuestro primer beso y como en las películas, me besó y se fue a NY, con su libertad y su estatua. Pasaron dos semanas y tocó el timbre, abrí la puerta dudando si besarlo en la cara o en los labios. Sólo alcancé a cerrar los ojos y me dejé llevar, en un dulce y maravilloso beso. Sus ojitos me decían que me había extrañado y yo lo miraba pensando –aysssss, me gusta!-.

Y así fue como el 7 de septiembre me pidió pololeo, y contra toda regla autoimpuesta, dormimos en la misma cama. Aún recuerdo mi discurso de no convivir antes del matrimonio, poco me duró, a los tres meses vivíamos juntos. A los cuatro meses seguíamos viviendo juntos, pero en New York. Hoy Lo veo trabajar en su escritorio junto a la ventana, concentrado, escribiendo a la velocidad de la luz y pienso........ya ha pasado un año, estoy igual de ilusionada y aún más enamorada. Aunque hay cosas que no me gustan y muchas veces preferiría ver su blackberry rio abajo, su sonrisa de niño no la cambio por nada.

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